lunes, 28 de junio de 2010

Sucre: la lucha contra la impunidad


En el noroeste colombiano, se cuela con su forma estirada hasta el Mar Caribe el Departamento de Sucre. Situado entre los departamentos de Córdoba y Bolívar esta zona de Colombia con una economía eminentemente ganadera ha sido azotada desde hace años por la violencia que sufre el país.

Su situación estratégica con corredores naturales que llegan desde el interior del país hasta el mar, el paso de varios oleoductos y la gran extensión de tierras fértiles para la plantación de materias primas de agrocombustibles, han hecho de Sucre un departamento atractivo para el narcotráfico, multinacionales y países extranjeros, trayendo consigo unas consecuencias nefastas para la población civil sucreña. La estrategia de estos agentes interesados en la explotación económica de la región ha sido, como en otras zonas del país, conseguir el control de este territorio costase lo que costase, intentando desplazar la población que ocupa esos territorios y evitar a toda costa que se pudieran organizar de forma que supusieran un obstáculo para sus objetivos.

Una vez más, que todos ellos pusieran los ojos en este departamento sólo trajo a estas tierras algunos de los más sangrientos acontecimientos en la triste historia reciente de Colombia. Desde los años 90 los ataques a la población civil se sucedieron: asesinatos y amenazas a líderes y personas dedicadas a la defensa de los derechos humanos pasaron a ser el pan de cada día, culminando en las matanzas más numerosas cuando en el año 2000 el campesinado vio como 42 de sus compañeros y compañeras fueron asesinados en Ovejas, 15 personas fueron masacradas poco después en Macayepo y en el año 2001 en El Chengue 31 más fuerona asesinadas, estos son sólo algunos ejemplos de lo que la población veía como se acentuaba día a día. El delito de todas estas personas fue intentar defender sus derechos ante los intereses de unos fantasmagóricos poderosos, que vieron en el paramilitarismo de las AUC una herramienta útil con la que controlar la población civil.

En el año 2006, desde la experiencia de diferentes organizaciones de derechos humanos, sociales y de oposición política de la región y fruto de la presión y abusos de los que eran víctimas surgió el Capítulo Sucre del Movice. Éste realizó su primera gran movilización convocando una marcha en Sicelejo, capital del departamento, contra la reactivación del paramilitarismo en la zona. A partir de ese momento el Capítulo pasó a ser un objetivo para los paramilitares y las amenazas y agresiones no han cesado. De hecho ya en el mismo 2006 la Comisión Interamericana de Derechos Humanos declaró medidas cautelares para 17 líderes de Sucre que constaban en una lista encontrada a los paramilitares.

Desde entonces los actos de denuncia que ha realizado el capítulo en la región no han cesado, haciendo por ejemplo varias audiencias multitudinarias en las que se denunciaba la relación de varios de los cargos electos del departamento con el paramilitarismo. Otro ejemplo, es la configuración de una Comisión Ética que busca el esclarecimiento de la verdad y el fin de la impunidad. El tiempo les dio la razón, a día de hoy Sucre es el departamento que tiene más políticos encarcelados por vínculos con las estructuras paramilitares. El caso más conocido es el del senador Alvaro García Romero que fue condenado a 40 años de prisión tras encontrarle culpable, entre otros cargos, de la participación en la Masacre de Macayepo. Aún así la lucha contra la parapolítica no se da ni mucho menos por acabada, ya que numerosas personas que hoy ocupan cargos públicos tienen o han tenido relaciones con la estructura paramilitar.

Este trabajo de denuncia y sensibilización ha tenido sus frutos, pero también graves consecuencias para las personas que lideran el MOVICE en Sucre. Se han contabilizado más de 50 denuncias entre amenazas, agresiones físicas, allanamientos ilegales e incluso varios asesinatos, desencadenando el desplazamiento de varias de estas personas, todo ello desde su cercana fundación.

Todas estas personas cometieron el delito de un día decidir que hay que denunciar la violencia sistemática de la que son víctimas los habitantes, no sólo de Sucre, sino de todo el país. Decidieron denunciar los intereses de multinacionales, gobiernos extranjeros y elites locales. Pasando pues a ser una molestia que algunos pensaron debía ser erradicada.

En estas últimas semanas hemos tenido que ver como de nuevo el MOVICE en Sucre volvía a ser duramente golpeado por estos intereses, ya que además de las amenazas que ha venido sufriendo contra su vida Ingrid Vergara y que ya ha denunciado reiteradamente, tuvimos que ver como Rogelio Martínez fue asesinado. Rogelio fue uno de los líderes del capítulo y que lideraba la campaña para poder recuperar la finca de la Alemania que en su día había sido confiscada por los parmilitares del Frente Heroes de Montes de María.

Cuando las amenazas y asesinatos no son suficientes para amedrentar a la población se utilizan si cabe otras estrategias si cabe más crueles, ya que el estado participa de forma directa en esta estrategia del miedo con las judicializaciones. Prueba de ello es el caso de Marcelo Agámez, incansable luchador por los derechos humanos que ahora comparte patio de la cárcel con los que paso su vida denunciando, los paramilitares. En noviembre de 2008 fue detenido y acusado de colaboración con las AUC tras un allanamiento ilegal a su casa, desde entonces se han sucedido las denuncias al proceso por las irregularidades que multitud de organizaciones de derechos humanos han venido denunciando, a pesar de ello Carmelo sigue compartiendo celda con los que amenzaban de atentar contra su vida.

El Capítulo Sucre del MOVICE, es pues un ejemplo sintomático de la situación que viven los defensores y defensoras de derechos humanos en el país en general y Sucre en concreto.

Un año de resistencia en el Refugio Humanitario del Catatumbo


Durante la pasada década, la región del Catatumbo fue una de las más castigadas por el paramilitarismo y el consecuente desplazamiento que esto comportó. La región quedó prácticamente despoblada de campesinos. Es difícil encontrar alguien que de una forma u otra no sufriera en carne propia esta situación. A partir de la “desmovilización” de los grupos paramilitares muchas familias empezaron a retornar a la que había sido su casa, pero esto no quería decir que sus problemas hubieran acabado.

El Catatumbo es una región con abundantes riquezas naturales que lo hacen muy atractivo a los megaproyectos de explotación. El petroleo ya hace décadas que es explotado y ahora que ya está prácticamente agotado, llegan otros grandes planes de explotación de este territorio. Las multinacionales y el gobierno se han fijado en las grandes reservas de carbón que se conoce allá existen, proyectando una gran mina a cielo abierto que tendría un gran impacto ambiental. También hay planes de explotar el coltán, material muy preciado ya que se usa para la fabricación de diferentes productos tecnológicos. A todo esto también podríamos sumarle las grandes reservas de agua que hacen de esta región un pastel muy suculento.

De esta forma si en la década pasada los campesinos sufrieron el azote del paramilitarismo ahora les toca con la presión directa del gobierno y las multinacionales, que a través del Plan Colombia están provocando la práctica ruina del campesinado. El cultivo de la coca era la principal fuente de ingresos de la población campesina que ahora ve como con las fumigaciones y las erradicaciones forzadas se están quedando sin alternativas. La falta total de infraestructuras hace imposible que ningún otro cultivo sea rentable, además de que las fumigaciones arruinaron también los cultivos de pancoger quedando miles de familias sin ningún sustento.

La militarización de la región por la presencia guerrillera y la importancia estratégica por ser fronteriza con Venezuela, además de las explotaciones petroleras, ha traído también abusos en forma de falsos positivos, empadronamientos y otras formas de intimidación, que hacen la vida insostenible.

Todo esto ha llevado al campesinado a organizarse.Un ejemplo de ello es la Asociación Campesina del Catatumbo, que en sus apenas cinco años de vida se ha extendido rápidamente por la región y ha pasado a ser un referente para todos en el Catatumbo.

Un claro ejemplo de organización campesina durante este último año ha sido la instalación del Refugio Humanitario del Catatumbo en la vereda de Caño Tomás, las fumigaciones, erradicaciones y presión del ejército les llevaron a instalar este territorio de paz, para visualizar el problema humanitario que se estaba viviendo.

El pasado 29 de abril más de medio millar de campesinos y campesinas, junto con multitud de organizaciones que dan apoyo al proceso, se reunieron para conmemorar el primer aniversario de este Refugio. Un año que no ha sido fácil ni para los habitantes de la región ni para la asociación, así que mantener este territorio de paz en condiciones tan adversas ha sido todo un éxito, digno del encuentro que se llevó a cabo.

Este año de vida del Refugio no ha estado exento de intentos de entorpecer su normal funcionamiento. Diferentes grupos armados han intentado acceder al Refugio Humanitario, territorio que el campesinado decidió liberar de armas, cansados de tanta guerra. Además en febrero de 2010 se inició una judicialización masiva del campesinado organizado de la región, vinculándolo con la guerrilla y el narcotráfico con multitud de detenciones y órdenes de captura que afectaron de pleno a ASCAMCAT y al Refugio, como prueban las órdenes de captura contra el presidente de ASCAMCAT, José del Carmen Abril, y el que fue coordinador del Refugio, Jhony Abril Salcedo.

Así que motivación no faltaba a todas las personas que sufrieron los problemas de movilidad de la región para poder llegar al lugar, pero como se repitió numerosas veces a lo largo del duro viaje: “nadie dijo la lucha fuera a ser fácil”.

De esta forma dio inició el evento en las primeras horas del jueves 29 de abril. El acto sirvió para recordar los cuatro ejes principales que llevaron a la instalación del Refugio Humanitario: derechos humanos, propiedad de la tierra, recursos naturales y cultivos de uso ilícito. Se constató que todas esas problemáticas siguen vigentes, si no peor, un año después, justificando pues el trabajo que se ha venido realizando allá mediante la formación y la sensibilización de los pobladores de la región sobre estas problemáticas.

También se aprovechó el evento para dar inició a la campaña contra la criminalización del movimiento campesino: “Libertad para el Catatumbo. No más montajes judiciales.”Uno de los objetivos de la campaña, en palabras de la Secretaria General de ASCAMCAT Olga Quintero es: “que se respete, se dignifique y se reconozca el legítimo y legal trabajo que viene realizando en la defensa y promoción de los Derechos Humanos la asociación campesina (ASCAMCAT)” y que cesen el señalamiento y persecución al que están siendo sometidos por las denuncias y movilización del campesinado que han llevado a cabo. A día de hoy esto ha cambiado, el proceso judicial se ha empezado a desmoronar y a pesar de que sigue adelante, los detenidos han sido liberados y levantadas las órdenes de captura. A pesar de esto, ASCAMCAT ya ha manifestado su idea de seguir adelante con la campaña, ya que ahora toca exigir responsabilidades, además de que el caso aún no ha sido cerrado.

También hubo lugar durante el día para poder ver la solidaridad que la situación vivida por ASCAMCAT y el campesinado del Catatumbo ha despertado. Las diferentes organizaciones invitadas y otras muchas que no pudieron asistir brindaron su más sincero apoyo a las luchas que haya se están llevando a cabo.

Después del apretado día que se clausuró con una rueda de prensa en la que participaron numerosos medios locales, nacionales y alternativos. Al caer la noche empezó la parte más festiva del evento en el que representantes de diferentes comunidades colaboraron para finalizar de la forma más amena la jornada, ya fuera con coplas, bailes o música. Porque a pesar de todo lo citado sí que había que celebrar que el Refugio Humanitario ha cumplido ya un año, siendo una referencia para la región y que muestra la capacidad del pueblo catatumbero para presentar alternativas a la situación que se vive. Un año de trabajo y dignificación campesina que ha pasado a ser una piedra en el zapato para todos aquellos que no cuentan con el campesinado para construir el futuro de la región.